sábado, 5 de diciembre de 2009

Artículo periodístico


La mayoría de las personas nos mudamos de casa aunque sea una vez en la vida, cuando nos independizamos.

En el tiempo de búsqueda de nuestra nueva casa, tenemos en cuenta muchos factores, que tenga las habitaciones suficientes, buena orientación, luminosa, y un sinfín de características más, pero una de las cosas más importantes que la mayoría de las veces no nos preocupamos es de los llamados vecinos, que podríamos dividirlos en dos tipos.

Por un lado están los vecinos indeseables, esas personas que día y noche están ahí en muchas ocasiones vigilando cuándo entras y sales de tu casa, con quién, a que hora has llegado ese día e incluso se quedan mirando cuando aparcas a ver si le das al coche de delante o de detrás e incluso cronometrando el tiempo que tardas en realizar las maniobras.

Conozco a un amigo que le rallaron el coche por aparcar cerca de la casa de uno de sus vecinos, enterándose más tarde de que no era la primera víctima de ello ni la última.

Por otro lado se encuentran los vecinos “normales”, estos están cada uno en su casa sin meterse en la vida de lo que pasa en el primero, el bajo o el séptimo, son agradables, te saludan cuando te ven y te piden algún que otro pimiento o tomate, cosa muy normal.

Así que si están pensando mudarse a una nueva casa no pase por alto a los vecinos, que están pegados a sus vidas aunque sea pasivamente y pueden hacer que la luminosidad de la nueva casa no sea tal y como la recordaba antes de irse a vivir allí.

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